lunes, 29 de marzo de 2010

Poema de la semana. Cala San Pedro, sueño y quimera

Cala San Pedro, sueño y quimera






Para romper la luz,

el viaje se origina con un paso primero;



regresarse al desierto, al tiempo originario,

huir de los espejismos que detienen los días

sin malvender el alma por gérmenes inmóviles,

recogiendo la flor perdida en los espejos.



Es el momento del retorno a la higuera,

al parral y al olivo, a la flor del naranjo,

al granado y al níspero.



Casas antiguas, tierra complaciente

y la perenne arena creyendo en tus pisadas.






(Podría rescatar leyendas, chantajearme, descontar los minutos en que se abaten las promesas hacia el exilio con las manos hundidas en un diamante hambriento de emociones. Y podría doblar la lluvia con mi sangre, en aquel manantial donde la piedra y tu piel soportaron silencio y abandono).


El cielo se ilumina plantando a los relojes,

mientras una mujer celebra la burla de las horas.

En su albergue sagrado,

escucha el grito de la fuente y se alinea con el agua,

debe encontrar consuelo doblándose en la luz.



Nunca tanto, la sal ni la semilla

llevaron hacia el mar la llama en su pureza.






(A menudo tu casa son esos cabellos grises que van poblando tus sienes. No podrías beber la noche ni confiarte al destino; la mordedura de una perfidia, como la parca, se llevó los días y el calor de la grava; no hay quietud sobre el manto mineral, tampoco las estatuas de piedra que adornan las murallas van a cobrar la vida por ti).








Una hemorragia inexpresiva, mirando al cielo,

permanece anclada en espejismos

viendo pasar la vida delante de sus ojos;



es un tiempo sonoro,

un pedernal tallado en fantasías

que párvulas empujan sus pompas al vacío;



sin arcilla que purgue tu cuerpo

una ola elevará sus manos y ocultará la sal.






(Yo podría hacerla sentir la noche, que perdiera el juicio y el dolor; que imaginara el miedo y la mentira del infierno. Sentí mucha hambre mientras devoraba al mundo buscando un nombre para mi fe: -decir te amo sin lastimar la luz; no todos quieren amor, no piden celebradas ofrendas ni prometidas primaveras. Sólo el fuego promete ignición debajo de una melodía sin promesa de oxigeno, solo el futuro aguarda para quemar los juramento).








Entre tus pasos y una estrella

el valle albergará tu sino junto al polvo;

un cielo tan delgado

como el ladrido de un perro,

vuelca sus gritos a la tierra profunda.




Cala San Pedro, sueño y quimera






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RESPECTO A LA CALA



Puedo decir que se me cayó un mito. Cala San Pedro era el último reducto para la utopía hippie, la evasión burguesa por antonomasia. El pasado domingo (14 de junio 2009) tras dejar el coche en una calle del casco urbano de Las Negras, fuimos subiendo la rambla del mismo nombre para emprender el ancho y pedregoso sendero que lleva hasta Cala San Pedro, solo en su tramo final se estrecha y hay que tener algo de precaución. Lo primero que me sorprendió al llegar, tras unos 90 minutos de caminata bajo un sol implacable (no quiero ni pensar hacer este recorrido en agosto), fueron unas chicas japonesas (los japos están por todas partes), que a esas horas –sobre las 12:00- parecían regresar de la playa y estaban paradas en el breve oasis, justo cuando dentro de la fuente de piedra una chica totalmente desnuda, con un cazo se echaba agua sobre la cabeza; supuestamente ajenos a la aseada joven, otro grupo de jóvenes sentados frente a la fuente, emulaban a Raimundo Amador cantando Bolleré al ritmo marcado por guitarra y darbuka. Conforme desciendes hacia la playa, podemos observar que entre el espeso ramaje, entre los árboles, se han emplazado cabañas, casetas donde algunas personas habitan durante todo o parte del año.



Podríamos admitir un modo de vida filosófico, alternativo, natural, con los recursos justos que te otorga la autosuficiencia, pero sinceramente hay que tener estómago y dejarse los remilgos para permanecer en ese entorno donde abundan esos precarios, frágiles y sucios chamizos entre basura, cagadas y pulgas. Podría ser el hallado paraíso, posiblemente hace veinte o treinta años lo pudiera haber sido, pero hoy solo podemos afirmar que el lugar está saturado de humanos, demasiado humanos, con sus miserias y basuras como bandera. Lo siento, pero es la impresión que me ha quedado tras permanecer allí unas cuatro horas.



Por el contrario el lugar por sí solo una generosa maravilla de la naturaleza.



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©Alonso de Molina
Historias de cualquier otoño
Adicto a Lyric Storm

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1 comentario:

  1. Hay días en que una siente la necesidad de regresar a contemplar esta maravilla de la naturalez y sentirla en tus palabras. Perderse en su belleza sin despojarse de los sueños y quimeras que la envuelven.

    Un beso que te llegue al corazón

    Ana

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