sábado, 27 de marzo de 2010

La última cena




“Hay una cruz
marcando al mundo con su sombra”

J.Antrix



Era el vino la fiesta, y el pan la carne ebria.

No sé aún la verdad de su Palabra,
si es la ciega razón
o un campo donde huye el horizonte.

Cada pulsión persiste en su luz
incrustado en las huellas
de un espejismo que pretende vaciar las noches
y obtener el aliento de las mañanas

En su agotada cruz redimiendo al sarmiento,
renunció a sus latidos
la simiente gestada en las alturas.

En tanto por su piel se bordaban espinas
los párpados abiertos proclamaban firmeza;
la gente avivará en sus avenidas
el sueño que engañó a la madruga
y a un lienzo que por santo impregnó su figura.

Arrinconado impar el fehaciente cáliz
si vomitado el vino
precipita sus óleos otorgando promesas.

Alabé tu semilla
que ofrecida a la muerte retornó de su tumba
con toda la primavera de golpe.


(Más de pronto sentí que nunca más podría yo contar contigo. Que indiferentes tus palabras ya no escarbaban en mi pecho. Tu ilimitado sacrificio, la plenitud de tus entregas. Tu espíritu tembló en el aire, y la ceguera fragmentó mi verdad).

No resucitará
desde sus muertes Lázaro,
persistirá en el mundo
con el veneno y la sombra de la próxima cita.

Para elevar el fruto de la vid
conjuro al cáliz de los tiempos,
para hallar los pretextos que exculpen mis raíces.

Aquí mi cuerpo, mi vestido, mis excusas;

aquí, mis sinrazones

caen y se rebelan.

©Alonso de Molina
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